1 ago 2010

abril-junio 2010


El empresario Carlos Slim ha desplazado a William Buffet y a Bill Gates de los primeros puestos y se ha convertido en 2010 en el hombre más rico del mundo. La fortuna de este ingeniero mexicano asciende a 53 mil millones y medio de dólares. A sus 70 años, viudo y con siete hijos, controla un imperio en el sector de las telecomunicaciones en Latinoamérica. Se le conoce como un rico “a la antigua usanza”, campechano, familiar, filántropo y que detesta la ostentación del lujo. Lo que realmente le llena de orgullo es que el mayor de sus hijos haya donado un riñón para salvar la vida del más pequeño. En una reciente entrevista a un rotativo español, declaró “yo no me voy a llevar nada a la tumba…”
Todos sabemos que esto es cierto y que aunque metamos todos nuestros tesoros en la caja, como hacían los antiguos egipcios, allí se quedarán a la mano de los ladrones y expuestos al efecto de la polilla y del orín. La Biblia nos enseña que hemos de diferenciar entre las cosas que tienen valor (joyas, ropas caras, obras de arte, etc.) y las cosas que tienen valor eterno (amistad, amor, fe, etc.). Nuestras posesiones valiosas, si es que las tenemos, tienen su valor, pero efímero, pues cualquiera las puede robar o se pueden estropear. Los valores eternos van más allá de la vida, están alojados en el cielo, donde nadie los puede robar ni estropear.
En este segundo número del año hacemos un especial énfasis en varios de esos valores eternos: el respeto de una nuera a su suegra, el amor hacia las madres en su día especial, valores que también subyacen en los artículos dedicados al maltrato a las mujeres y al tráfico de seres humanos. (En abril ya son 22 las víctimas por violencia de género en nuestro país). Amor es lo que nos ha movilizado para ayudar a Haití.
Ese es el lugar donde ha de estar nuestro corazón, nuestro tesoro. Esa debe ser nuestra máxima preocupación, dejar una herencia digna de los hijos de Dios, como dice Blandina Ronsano al finalizar su entrevista para una revista secular, “cuando yo muera me gustaría dejar este mundo mejor que lo encontré”, o como reza el lema escogido por la Fundación Ábside, “sólo queremos cambiar el mundo”.
¿Cómo puedes tú aportar tu granito de arena a esta difícil tarea? Suscribamos todas las buenas prácticas e iniciativas que la sociedad nos plantea en los últimos tiempos, tales como la ecología, la sostenibilidad, la eficiencia energética, el comercio justo, la solidaridad ante los desastres naturales, la lucha anti-tráfico de personas, etc, que dicho en “lenguaje evangélico” se podría traducir en respeto a la creación, amor al prójimo ante la explotación comercial o sexual, misericordia, justicia, bondad.
En definitiva, joyas para nuestro tesoro celestial.
Que Dios te guarde en estos tiempos difíciles y te ayude a meditar en lo que realmente importa.
Elisa Herreros Monge
Directora

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