19 jul 2007

Mayo-Junio


Editorial

Tenemos que reconocer que la imagen de portada es impactante. Cuando Manolo Ordax nos propuso esta portada, y Elisa daba el visto bueno, porque reflejaba muy bien el tema que queremos tratar, yo dudé. A la hija de Manolo, Ainoa, de 8 años, le daba mucha pena y a mí me resultaba demasiado realista, he de admitirlo, porque cuando esa imagen la vemos por la calle miramos para otro lado.

Abordamos la Obra social entre marginados, a través del trabajo de “Misión Urbana”, el Centro “El Buen Camino”, la “Casa del Alfarero” y la experiencia del ministerio en la cárcel de Brenda Anderson.

Nos preguntamos cuáles son las motivaciones que nos llevan a trabajar en Obra social y en Evangelismo. La motivación correcta es muy importante porque determina nuestros objetivos, nuestro mensaje y nuestros métodos.

De entre varias motivaciones destaca la obediencia. El Señor nos lo manda. Sin embargo, no parece ser suficiente como motivación. Si sólo lo hacemos por obligación, nuestra acción evangelizadora y social será forzada, sin entusiasmo.. Necesitamos abrir los ojos ante el mundo que nos rodea y amarlo como Cristo lo amó.

La compasión es otro motivo fundamental para nuestro ministerio, pero si la compasión no es encauzada por otra motivación mayor, nos llevará al sentimentalismo, y a una obra centrada en el hombre. Necesitamos una tercera motivación que ponga nuestra mirada en Dios mismo, y así encaucemos bien las anteriores motivaciones.

Lo que debe impulsarnos a la evangelización y a la obra social más que cualquier otra consideración es el amor a Dios. Desde ahí encontraremos el equilibrio entre el celo por el nombre de Dios, y un amor entrañable por los hombres. Desde ahí, desde el amor a Dios, no sólo sabremos cuáles son nuestras motivaciones sino que viviremos por ellas.


Fraternalmente
Lucía González - Directora

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