23 feb 2007

Septiembre-octubre

El Pastor y los pastores

La figura del pastor aparece muy frecuentemente en las páginas de la Biblia. Unas veces referida a Dios, otras a Cristo, y no pocas a los líderes humanos del pueblo de Dios. En todos los casos la metáfora está cargada de sugerencias tan instructivas como edificantes. Sobresale la idea del pastor que guía y protege a su rebaño.
Dios, el Pastor de su pueblo
En el Antiguo Testamento Yahvéh es el Pastor de Israel. Tan arraigada estaba esa idea entre los israelitas y tan inspiradora era que aparece con gran frecuencia en los Salmos (Sal,23:1-4,Sal.28:9 entre otros). Impresiona la oración de Asaf: «Oh Pastor de Israel, escucha. Tú que pastoreas a José (el pueblo de Israel) como a un rebaño... despierta tu poder.» (Sal,80:1-2). Ver a Yahvéh como el Pastor celestial inspiraba los más bellos cánticos de alabanza, que el pueblo cantaba en el templo con reverencia, gozo y fervor (Sal,95:6-7) (Sal,100:3). También los profetas reconocieron en Dios al gran Pastor de Israel (Is,40:11) (Jer,13:17) (Ez,34:31) (Mi,7:14).
La historia bíblica viene a confirmar la realidad expresada por la figura del pastor aplicada a Dios. En las más variadas circunstancias, Dios protegió y salvó a su pueblo escogido; lo guió; proveyó lo necesario para suplir sus necesidades; lo instruyó con sus santas leyes; lo corrigió cuando fue necesario, siempre amparándolo de sus enemigos, controlando y dirigiendo todos los acontecimientos para que finalmente se cumpliesen los gloriosos propósitos que Dios tenía para él. Bien podía Israel cantar: «Yahvéh es mi pastor; nada me falta» (Sal,23:1) [.........].
José Mª Martínez
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